AMBIENTE Y TERRITORIO II

AMBIENTE Y TERRITORIO. II

Qué diferencia al Quito-ciudad del Quito-Distrito Metropolitano, más allá se entiende, de los aspectos jurídico administrativos?.

La hoya del Guayllabamba como territorio naturalmente definido, contiene al Distrito Metropolitano de Quito (DMQ), como circunscripción política. Una superficie de 423.074 ha atravesada por el paralelo ‘00’, en altitudes que van de los 500 a los 4.780 msnm, con una diversidad de valles y montañas que inciden directamente en los diferentes tipos de clima: húmedo tropical en la biorregión del Chocó, semiseco en los valles interandinos, hiperhúmedo en las estribaciones de montaña y páramos de las cordilleras Occidental y Real de los Andes; con once tipos de climas que van de temperaturas mínimas de -2°C a temperaturas máximas de 27°C y precipitaciones que varían entre 350 mm/año a 4.500 mm/año, con el 75% de humedad relativa; configurándose así una diversidad de ecosistemas y hábitats que van desde los glaciares permanentes, pasan por los páramos húmedos y secos, los bosques montanos, los valles interandinos secos, hasta bosques siempreverdes piemontanos, en los cuales hay una concentración de especies de flora y fauna silvestres, solo comparable con los niveles de diversidad de zonas tropicales amazónicas y de la región biogeográfica del Chocó. De los diez y siete tipos de ecosistemas existentes, ocho corresponden a formaciones de bosques, tres a arbustos y seis a herbazales. Seis de cada diez partes del territorio lo cubre vegetación natural, casi tres partes son cultivadas y una parte es de áreas edificadas.

El DMQ se encuentra en la cuenca hidrográfica del río Esmeraldas, que nace de los deshielos y vertientes del Cayambe, Sincholagua, Cotopaxi, Illiniza, Atacazo y Pichincha, las mismas que descienden hacia el oeste y forman los ríos Guayllabamba y Blanco, que junto con el río Quinindé son las principales subcuencas que conforman la cuenca del río Esmeraldas.

Quito, más que una ciudad es un territorio, tiene una diversidad de paisajes que lo entretejen humanos y no humanos con su ambiente natural, en una historia milenaria. En este contexto, se debe reconocer que el Plan de Desarrollo y de Ordenamiento Territorial del DMQ 2015-2025 propone la construcción de una ciudad ambientalmente responsable dentro del eje ciudad inteligente y sostenible, en el sentido de que entiende su territorio y crece responsablemente con el ambiente. En esa misma dirección, la Secretaría de Ambiente del DMQ asume la medición de los indicadores urbanos (Siemens, 2013) Índice de ciudades Verdes: 1) energía y CO2; 2) uso del suelo y ordenamiento territorial; 3) transporte; 4) gestión integral de residuos sólidos; 5) agua potable; 6) saneamiento; 7) calidad del aire; 8) agricultura urbana. Igualmente lo hace con indicadores rurales utilizando variantes que se ajustan al entorno natural: 1) ecosistemas; 2) agricultura; 3) protección de
fuentes de agua; 4) aprovechamiento minero
de áridos y pétreos; 5) gestión de riesgos forestales; 6) vulnerabilidad al cambio climático. Lo que está por verse es si los desafíos que imponen las complejidades contemporáneas y los indicadores que arrojan, motivan la creación de nuevos sistemas cognitivos y la búsqueda de nuevos sentidos en toda la sociedad que aprovechen la diversidad de nuestro territorio y ambiente como una oportunidad para la creatividad y la innovación. Solo pensar que el servicio de tratamiento de aguas residuales en la actualidad apenas alcanza el 1%, o que para mediados de este siglo únicamente el 90% de la demanda de agua potable podrá ser atendida y la temperatura de habrá elevado en 2,5°C, ya debería ser objeto de alarma y de nuestros mejores esfuerzos por superar y prevenir tales situaciones. Los indicadores son necesarios si, pero más aún la conciencia que puedan generar y las acciones que provoquen. De eso depende el que los 2’239.191 habitantes que somos ahora, los 3’059.097 que seremos en el 2020, las innumerables especies vegetales y animales que poblamos este territorio, la diversidad de paisajes y ambientes que lo constituyen puedan permanecer en el tiempo.

Compartimos con Julio Echeverría el criterio de que: “Es de suma importancia combinar distintos enfoques epistemológicos antes que mantener aproximaciones aisladas, que giran exclusivamente en su autoreferencia; por ejemplo los del urbanismo y la arquitectura, o los de la planificación, los de la economia y los del ambiente, los de la identidad plural y diversa, que remiten a las preocupaciones centrales de la gobernanza urbana.”

La preservación de los ecosistemas y de las culturas asociadas a una relación más integral con sus hábitats naturales es condición de sobrevivencia y de incremento de la calidad de vida de los territorios y sus ciudades

Luis López López

mayo de 2016