AMBIENTE Y TERRITORIO III

¿Cómo pensar en nuestro territorio, esa porción de paisaje natural y humano en el cual habitamos, y en su tiempo por venir ?. La creciente complejidad social y cultural que compartimos, unida a las preocupantes condiciones de vulnerabilidad del espacio natural que nos acoge, requieren de otros paradigmas que re conceptualicen las relaciones hombre- naturaleza en la búsqueda de nuevos equilibrios en la modelación del medio ambiente y la vida que allí se reproduce.

 

La práctica de la planificación, en las últimas décadas, ha estado dirigida a pensar más en la construcción de infraestructuras que en la elaboración de significados y representaciones del territorio, que surjan del reconocimiento del otro, de la diferencia, de la apertura, del cambio. El tiempo, nuestro tiempo, media tanto en la concepción como en la praxis de los proyectos del futuro y pasa a estar íntimamente ligado al campo de la política, misma que surge y se disuelve en la negociación, en la búsqueda, y más que eso, en el trabajo activo con los sentidos y las palabras que permitan agudizar otras sensibilidades para abordar este campo complejo y heterogéneo. La trascendencia de lo efímero, del gesto que desaparece, puede ser el origen imperceptible de cambios profundos en una época que demanda transformaciones radicales.

 

La identificación de heterotopías, esto es, de espacios heterogéneos de lugares y relaciones, en el medio híbrido natural y artificial de porciones del territorio global tardo capitalista y las metodologías que la conduzcan es un cometido esencial. Es una investigación, de raíz metodológica pragmatista, que tendría por cometido dar forma práctica, simbólica y pedagógica a los nuevos valores y necesidades de la sociedad contemporánea en un nuevo diálogo entre el hombre y la naturaleza. Quizás se deba pensar antes que en la multidisciplinariedad propia de la planificación convencional, en una actuación tranversal de prácticas y saberes diversos en la realidad ambiental vista a través de un caleidoscopio de posibilidades infinitas de observatorios abiertos al conocimiento. En este sentido, es importante cambiar las formas de aprendizaje propias del taller artesanal, o sea de la transmisión de habilidades del maestro al aprendiz; así, la especificidad del conocimiento científico podría no encontrarse en las cualidades cognitivas, sociales o psicológicas, sino en la invención de laboratorios, en donde se invierte la escala de los fenómenos para que las cosas puedan leerse, y después acelerar la frecuencia de las pruebas, permitiendo que se cometan y registren errores, factibles de ser tratados, aceptando la disolución de la frontera entre dentro y fuera de los campos tradicionales del saber, así como la inversión de escalas y niveles en que las partes actúan y, finalmente, entender que la real posibilidad de transformación está en el proceso de inscripción que fija ese conocimiento adquirido en la cultura de una época y la vuelve acción. A modo de ejemplo pueden citarse los estudios que se realizan en diferentes lugares del planeta sobre: trazado de hábitats y biotopos/ Berlín; tipos y riqueza de especies/ Berlín, Melbourne; gradaciones entre la ciudad y el campo/ Melbourne, Baltimore, Seatle; sistemas biofísicos humanos/ Phoenix, Baltimore, Seattle; modelado y flujos biogeoquímicos y materiales/ Phoenix, Seattle; cambio de funciones en la estructura de las regiones urbanas/ análisis mundiales.

 

Si la modernidad no seria «un proyecto inacabado» al decir de Bolívar Echeverría, y más bien, un conjunto de posibilidades exploradas y actualizadas solo desde una perspectiva y en un solo sentido, cabe imaginarse otros abordajes y otras luces que permitan mirar el futuro con enfoques diferentes.

 

 

 

Luis López López

mayo de 2016