Una intervención en el Paisaje natural y cultural de la ciudad

 

Una intervención en el Paisaje natural y cultural de la ciudad.

La cartografía de Quito registra la presencia de  las quebradas en su geografía, así como su desaparición paulatina conforme avanza el crecimiento de la ciudad. El plano de 1.903, muestra las principales que cruzan el casco antiguo y son representadas como cauces naturales de agua, distinguiéndose claramente la quebrada de Jerusalén, que a inicios del siglo pasado se convirtió en la avenida 24 de Mayo. Lugar de actividades comerciales y de encuentro, que en su extremo oriental fue conformándose paulatinamente como sitio de llegada del transporte nacional, hasta la construcción de la Terminal de buses Cumandá, hacia mediados del mismo siglo.

En esa transición, Bruno Moncayo Larco, antiguo habitante de San Sebastián,  recuerda al lugar como el relleno de quebrada, disputado por los  buseros y habitantes de los barrios adyacentes, ocupado transitoriamente por una improvisada cancha de futbol, o por los circos pobres para pobres y más espectáculos impensables que por allí pasaban. Espacio de disputa y encuentro en el reconocimiento no siempre fácil de distintos, que en todo caso es, en germen, el origen de un lugar de memoria y de modificación de comportamientos y  relaciones diversas.

En el proyecto de intervención del Antiguo Terminal Cumandá, el proceso de modificación del paisaje existente es el objeto. La prexistencia física es valorada en relación a su potencial socializador, a sus componentes medio ambientales, como infraestructura reciclable, o simplemente espacio de mediación en la construcción de futuros escenarios para la relación de los habitantes de la ciudad. Pasar del lenguaje de las infraestructuras al de las construcciones simbólicas -de frontera- en el que se reconozca la heterogeneidad, el otro, en búsqueda del espacio propicio para el surgimiento de nuevas representaciones. Operaciones simbólicas que partan de las fisuras en lugar de igualdades imposibles, que rompan con la ficción de ciudadanía y espacio ciudadano igualitarios, pensando el desorden-orden social desde dentro, en sus distintas raíces y expresiones.

Steve Johnson afirma que «la vida de la ciudad depende de la dispar interacción entre desconocidos, que produce un cambio en la conducta individual».(1)   Interacción que es efímera, que no se da ajena de la negociación y del cambio, campo en que la crítica es más que pertinente, necesaria, como necesario el pensar que es la interacción del usuario con otra gente la que coproduce el espacio que, a su vez, es un coproductor de interacción.

La propuesta de intervención en Cumandá incorpora un conjunto de temas estratégicos que deberán ser desarrollados en varios momentos, quizás el más fuerte de ellos tiene que ver con la componente ambiental, en cuanto plantea la recuperación de los bordes de la quebrada Jerusalén, en su salida a la quebrada El Censo, como elemento articulador de un sistema mayor de áreas verdes de este sector de la ciudad, que no obstante haber sido cubierto por la estructura urbana, y haberse in visibilizado la realidad ambiental originaria, mantiene su potencial integrador con las implicaciones de rescate de flora y fauna nativos y el tratamiento sostenible del lugar, incluido el reciclaje de la estructura existente.

El “espacio público” como lugar y/o principio teórico,  debe desmitificarse (2), en cuanto retórica que acompaña argumentalmente los procesos generalizados de reforma o intervención urbanas que trae consigo la reapropiación del capital financiero de las ciudades.  En contrario, la recuperación de este sitio quiere anclarse a otros procesos de vida urbana, con la doble intención de, por una parte, generar una incidencia positiva en los barrios aledaños como La Loma y San Sebastián y por otra nutrirse de los mismos en una interrelación que potencie las virtudes mutuas, así como la pretensión de que en las instalaciones que allí se logren, conseguir una nueva dinámica de conexión con el entorno social y su memoria.

Se reciclan cerca de 15.000 m2 de estructura y se habilitan aproximadamente 30.000 m2 de área verdes, dedicados a generar una nueva hospitalidad del sector en la que radique su potencial socializador, la pluri funcionalidad espacial del conjunto es en realidad el pretexto para una coproducción cultural de convivencia urbana en la que los cuerpos, la comunidad y el lugar sean su objeto de mediación en la construcción de nuevas identidades. Se pretende lograr más que un espacio público un espacio de la política, “en el sentido de que los sujetos deben entablar relación con sus entornos, sin separarse ni sumergirse, sino en términos activos, innovadores, creativos y responsables.” Según afirma Olafur Elasson. (3)

(1)   «SISTEMAS EMERGENTES o que tienen en común hormigas, neuronas, ciudades y software».  Ed. Turner. Fondo de cultura económica. pg 87 y cita explicativa nº25 capitulo «en la calle»

(2)   EL ESPACIO PÚBLICO Y OTRAS LEYENDAS URBANAS. Fragmento de la charla pronunciada en el CSO Barrilonia, en la Rambla del Raval de Barcelona, el 6/11/09

(3)   Leer es respirar, es devenir. Escritos de Olafur Eliasson. Editorial Gustavo Gili. Barcelona 2012