…palabra inexistente, rito de pasaje, permite vislumbrar el tránsito de aquello que viene del pasado hacia nuevas configuraciones.
El breve instante que representa la civilización en la existencia de la vida en la tierra, más que la capacidad de los seres humanos de convivir con el mundo natural, ha puesto en evidencia su afán de destruirlo. Ese huracán llamado progreso (W. Benjamin), va dejando tras de si ruina sobre ruina, y nos arrastra irremediablemente hacia el futuro. El peligro de la destrucción nuclear y del calentamiento global, por la presencia del CO2 en la atmósfera, acechan al planeta, que soporta además la guerra, el hambre y la extrema pobreza. La naturaleza convertida en producto, en cosa vendible; la utilidad-acumulación convertida en fuente de valor moral, inserta en la lógica del capital de crecer o perecer, desecha el interés por mejorar la condición humana.
Es el tiempo de pensar en un nuevo “afán civilizatorio” de la humanidad (B.Echeverría), y como parte integrante del mismo, en una nueva relación del ambiente natural y el ambiente construido. Las reflexiones que desde la filosofía atraviesan el tiempo actual, los saberes que la ciencia aporta y las sensibilidades que el arte incorpora, nos convocan a un nuevo intento de replantear, también, la actividad proyectual. Del manejo de las tres dimensiones del espacio, a la incorporación del tiempo en su percepción y uso, quizás sea necesario pasar a considerar el ser contemporáneo como la referencia compleja de sus definiciones y concreciones. Es el camino que recorre el tratamiento del espacio de contenido de límites físicos a múltiple resultado de la interacción entre cultura y naturaleza.
Jorge Mario Jáuregui, arquitecto argentino, genera una opción cuando trabaja en las favelas de Rio y propone una redefinición de las relaciones entre ética (entendida como “hacer lo que debe ser hecho”), estética (lo que tiene que ver con afinar la escritura arquitectural) y política (las relaciones siempre complejas con las estructuras del poder), desde una consideración de las tres ecologías: mental (despolución de los conceptos para poder pensar), social (revisión del conjunto de relaciones sociales, del “socius”) y ambiental (todo lo relativo a la sostenibilidad de las intervenciones).
La “superación de la escisión entre ética y estética, entre interpretación del mundo y acción sobre el mundo”, en la que insiste el maestro español Ignasi de Solá-Morales, le lleva a proponer un sistema no exhaustivo y en continua transformación, basado en una serie de categorías de análisis similares a las «mesetas» de Gilles Deleuze, es decir, a planos de conocimiento establecidos por determinados puntos aleatorios. Las cinco que inicialmente propuso fueron: «mutaciones», «flujos», «habitaciones», «contenedores» y «terrain vague». Estas «mesetas» no eran estables ni conceptual ni numéricamente, ya que continuamente se modificaban y aparecían nuevas. Se convertían así en instrumentos de análisis de un urbanismo entendido como «ciencia nómada», instrumentos cambiantes, imprecisos y aleatorios.
Claudio Caveri, conocido por su trabajo en la Comunidad Tierra en Moreno, Buenos Aires, es otra fuente de alternativas al quehacer de la arquitectura, su trabajo intelectual se ve en múltiples libros publicados desde el año 1965 en adelante. «El hombre a través de la arquitectura» data de ese año y «La frontera caliente» es del año 2002. En todos ellos se encarnan el pensamiento que explican su acción y su obra, y muestran una riqueza y lucidez conceptual poco común. Temas como la modernidad, lo americano, la razón, el misterio, la mirada, el mestizaje, forman parte de su pensamiento. Y autores tan diversos como Nietzsche, Chesterton, Kusch, Zubiri, Heidegger, Weil o Deleuze pasando por Wright, Barragán o Berni, son su permanente referencia.
Escucharle a Iñaki Ábalos y compartir con él, a propósito de su visita al país para su charla en el seminario Paisaje global y arquitectura sin identidad, organizado por el CAE de Pichincha, nos recuerda con total actualidad lo que afirma en el epílogo de su libro La buena vida: “… en los límites epistemológicos de las técnicas proyectuales se acota el significado de las arquitecturas. Desbordarlos, pensar lo impensado, es quizás la tarea más apasionante a la que nos lanza la práctica de la arquitectura.”
Quizás es el momento de las palabras que aún no tienen significado, de la búsqueda de nuevas definiciones que nos permitan afirmar que nuevas construcciones son posibles en el tránsito de la ruptura a la novedad en la arquitectura.
Octubre, 2011
Luis López López arquitecto