El proyecto se ubica en un terreno de 1000m2 en el valle de Nayón, ubicado en las cercanías de la ciudad de Quito, a 2430 msnm.
La casa se repliega hacia la zona de recreación o jardín cercana a una gran quebrada, habitáculo de múltiples especies vegetales y animales, a la vez que abre sus vistas al horizonte definido por la cordillera oriental.
Los muros de cal armado son los elementos que permiten conformar los espacios, direccionar las vistas y articular los recorridos al interior y hacia el exterior de la casa. Dos volúmenes articulados por un espacio central translúcido resuelven la propuesta compositiva del proyecto. Dada la importancia de los muros, se decidió modelar su textura y color, utilizando cofres de duela de eucalipto rústica para fundición in situ, y pigmentos de color tierra, desde los que se eleva una estructura porticada conformada por vigas de madera laminada de sección 40x13cm, unidas mediante placas de acero tropicalizado. La cubierta, que “flota” sobre los muros está fabricada con una capa liviana de fibrolit impermeabilizada con pintura elastomérica.
Dadas la variaciones de temperatura durante el día, que puede pasar de 5 C° a 30 C°, era importante obtener una climatización estable, que se logra mediante la masa de los muros, como estabilizadores de temperatura y el uso de fibra de vidrio para el aislamiento de cubiertas y entrepisos.
El acabado de los muros únicamente utiliza un sellador mate, los pisos son de cemento alisado blanco y las maderas tienen una protección al aceite, con lo cual se busca una expresión natural de los materiales.